lunes, 30 de abril de 2007

Rentabilidad

Ahí les va el mayor reto de la industria de los medios: aumentar la rentabilidad de sus operaciones en línea.
En 2007 ya deberíamos más que aceptado que Internet es una excelente plataforma para diversificar las operaciones de una compañía de medios. Muchas empresas de medios impresos han migrado con eficacia a la Web y se han convertido, con éxito, en empresas multimedia.
Aunque se habla de una crisis de los medios impresos, lo cierto es que muchos de éstos no sólo no han perdido lectores, sino que los han ganado con creces en sus portales de Internet. Yo, por ejemplo, me considero lector asiduo de varios periódicos, pero únicamente leo sus versiones en la Web. Y lo hago religiosamente, todos los días.
Entonces, ¿cómo es que estos medios a los que entrego mi devoción no han logrado monetizar mi lealtad?
Resulta que, por ejemplo, las operaciones en línea de The New York Times Co. representan sólo un 9.5% del total de ingresos de la compañía. Eso es incluyendo portales como About.com y Boston.com, además de NYTimes.com. Esto de una empresa que cuenta con por lo menos 22 millones de usuarios únicos al mes de todas sus propiedades en la Web. En el primer trimistre, esos 22 millones de usuarios mensuales representaron ingresos por US$74.3 millones. Si multiplicamos 22 por 3, eso da a poco más de un dólar por usuario al trimestre (ojo: estas son matemáticas patito).
Por otra parte, las publicaciones impresas de la compañía representaron ingresos por US$763 millones. Incluso si estuviéramos hablando de 200 millones de lectores al trimestre, estamos hablando de ingresos de US$3.5 por lector.
Aun tomando en cuenta que lo que acabo de hacer es total y absoluta alquimia financiera, no es difícil darse cuenta que los ingresos por usuario de Internet son menores que los que representa un lector del papel.
Por eso, el mayor reto de las compañías de medios no es salvar a sus ediciones de papel. Lo que tienen que hacer -- urgentemente -- es incrementar el rendimiento por lector en línea.

Doctores que no curan

Por alguna extraña razón, me gusta comparar nuestra profesión de periodistas con la de los médicos. Me gusta imaginarnos salvando vidas, haciendo algo importante.
Y ahora resulta que se ha convertido en algo así como una trampa, porque en la mayoría de las redacciones que visito -- de ser nosocomios -- no me operaría ni loco.
Porque uno espera que los hospitales estén a la vanguardia. ¿O a poco usted se dejaría operar con utensilios viejos, sucios, obsoletos y por médicos poco preparados?
Sin embargo, las redacciones son todo lo opuesto a lo que un paciente espera de un hospital. No les gusta estar a la vanguardia, no les importa usar herramientas viejas y obsoletas y no ponen especial esfuerzo en actualizarse, aprender, mejorar, ser más eficientes, cambiar procesos, y hacer mejor su trabajo. De hecho, odian el cambio. Entonces, ¿hay que seguir efectuando trepanaciones para liberar el alma de todos los males?
Aun más, me encuentro constantemente en redacciones donde los reporteros no reportean y los editores no editan. O sea, doctores que no curan.
Para no convertirme en un curandero periódistico -- o charlatán -- tengo que decir que esto no aplica a toda la industria. La innovación es un anhelo de muchos, y en este blog me he cansado de dar ejemplos positivos.
Pero, si el trabajo del médico es hacer un diagnóstico de los síntomas del paciente y ofrecerle un tratamiento, ¿cuál entonces es la labor del periodista?

martes, 24 de abril de 2007

Nooooooooooo

No, díganme que no es verdad. Entré hoy a la página de El Universal de México y lo primero que me recibió fue una promoción: 36 fascículos de la Enciclopedia de la Ciencia gratis con la compra del diario hasta el mes de agosto. Muy loable, pensaría uno, este gesto de darle algo extra al lector. Lo que espero de todo corazón es que no sea el inicio de una carrera por el mejor regalito.
En Europa, regalar cosas más valiosas que el diario mismo se ha convertido en un terrible cáncer. En España y Francia los regalos son tan grandes que se salen de las bolsas que supuestamente cubren la revista. Algunas revistas regalan vajillas completas (una pieza a la vez), guantes a la moda (el guante izquierdo un mes y el derecho al otro), aviones para ensamblar, entre muchas otras cosas. Hay periódicos griegos, por ejemplo, que incluyen hasta sesis DVD de regalo en su edición de fin de semana. Uno regaló la trilogía del Señor de los Anillos en sus primeras tres semanas de vida.
Estas promociones, hay que decirlo, pueden ser una buena estrategia AL CORTO PLAZO. Pero depender de ellas para aumentar la circulación de una publicación es algo peligrosísimo, porque normalmente desata una competencia sin cuartel ni limites llegando hasta los grados absurdos que se ven en Europa.
Las mejores promociones, hay que decirlo, son las que invitan a la lectura y, por ende, la de El Universal parece ser una promoción del tipo benigno. Sólo espero que sus competidores -- y ellos mismos -- lo entiendan así y no caigan en la trampa de perpetuarlo hasta el punto de no saber si el lector compra el diario por el diario, o por el regalito.

martes, 17 de abril de 2007

La tragedia del breaking news



Ayer a las 10 am tiempo del este la mayoría de los websites de noticias de EEUU reportaban un tiroteo en la universidad Virginia Tech. Durante el día se informó que fueron dos atentados separados: en uno murieron dos personas y en otro treinta más, además del asesino. En la noche, CNN reportaba que un asesino solitario había usado dos pistolas de mano en los atentados.
En la mañana del 17 de abril la mayoría de los habitantes de EEUU -- y muchos alrededor del mundo -- ya sabíamos estos datos mínimos: 33 muertos en un atentado en la universidad Virginia Tech, algo que no puede ser catalogado sino de horroroso, atroz y sanguinario.
Sin embargo, la gran mayoría de los diarios estadounidenses sintieron la necesidad de repetir esta información en sus ediciones del 17. La misma información que se sabía desde, por lo menos, 12 horas antes.
Los diarios impresos NO son para hacer breaking news. Yo estuvo siguiendo el nytimes.com y cnn.com todo el día, además de ver CNN por la noche. Nada de lo que publicaron los periódicos la mañana del 17 era nuevo para mí. No sólo eso, sino que para cuando salió la versión impresa del New York Times, USA Today y Washington Post, entre otros, la noticia del momento era el nombre del asesino, un estudiante coreano residente de EEUU. Ningún diario pudo publicarlo en su versión en papel, pero sus websites ya lo tenían por la mañana.
¿Cuáles, en mi opinión, fueron las mejores portadas del día? Las que intentaron responder a una pregunta básica: por qué el asesino tuvo dos horas para recorrer el campus de la universidad de un extremo al otro y matar a 30 personas más. Y, qué más pudo hacer la universidad y la policía para evitarlo.
Muy pocos diarios (vean todas las portadas del día en el Newseum) le dieron este ángulo a sus coberturas (sorprendentemente, USA Today, que está en Virginia, salió con la misma portada que sus competidores nacionales sin dar ningún valor añadido). No sólo eso, sino que la gran mayoría de los periódicos usaron las mismas fotos, las cuales yo había visto 18 horas antes en Internet.
Y los mismos titulares: 33 Dead, Rampage, Massacre, Campus Carnage, Bloodbath. Lo obvio. ¿Qué más?
La foto publicada en el San José Mercury News fue de las pocas que logró capturar un momento único: el duelo.
Las mejores primeras planas fueron las que intentaron contestar la pregunta en la mente de los lectores: ¿por qué?
Y la del New York Daily News, el único diario que puso a una de las víctimas en portada, convirtiendo a un profesor en el héroe del momento, alguien con quien el lector se puede identificar.

jueves, 12 de abril de 2007

Genuine fake

Caminaba ayer por los pasillos de un mercado en Dubai, uno de esos de luces de neón y ropa barata. Al pasar frente a una tienda, un señor de semblante filipino nos ofreció a mí y un colega australiano relojes. "Want a watch?", nos dijo. "It's a genuine fake".
Supongo que el mercado debe de estar inundado de falsificaciones que no son genuinas y este señor no hace sino darle un servicio al consumidor garantizando la originalidad de sus copias.
Otro término aparentemente igual de contradictorio es el de "quality popular" para definir un diario popular pero de calidad.
Porque durante muchos años, y aun hoy en América Latina, lo popular -- masivo -- se entiende como justamente lo opuesto a un producto de calidad.
Pero no tiene porque ser así.
Cuando en una de las muchas crisis que pasó Rumbo nos vino a visitar un magnate de los medios de comunicación en México, nos dijo con una contundencia absoluta que estábamos produciendo una periódico "Rolls Royce para un mercado Honda". Cuando le pregunté a qué se refería, dijo: "Es que está demasiado bien hecho".
Yo no creo que pueda haber un periódico demasiado bien hecho.
Justamente para no ser una "falsificación genuina" los medios de comunicación impresa -- en particular los de México, que son los que conozco mejor -- deben (sí, deben) de dejar de pensar que la calidad es algo opcionalo algo determinado por el nivel socioeconómico del lector.
Un diario deportivo puede estar bien hecho y ser de calidad; se puede escribir bien sobre telenovelas y música pop en español; y se pueden hacer cosas divertidas e irreverentes de buen nivel. Porque incluso los lectores que parecen menos sofisticados son expertos en los temas que les interesan, como el futbol o la televisión, y son los primeros en notar un error.
Lo que no se puede y no se vale es aparentar ser un periódico y terminar siendo una mala falsificación de un intento por servir a un público determinado. Al final están pagando -- con dinero o con su tiempo -- por nuestro trabajo.

martes, 10 de abril de 2007

Manita de gato

Recientemente, el periódico de mi pueblo San Antonio, Texas, lanzó un rediseño que no he tenido el gusto de ver en persona porque cada vez paso más tiempo fuera de ahí. Pero, más allá de mis constantes viajes, es interesante ver que los diarios estadounidenses finalmente están tomando en serio la necesidad de reinventarse ante los retos modernos.
Cada vez que pienso que la mayor innovación de periodismo estadounidense sucedió en la década de los 80 y se llama USA Today se me revuelve el estómago.
Y no es por mi animosidad ante esa digna publicación, sino por la falta injustificable de creatividad (los grandes periódicos siguen siendo de sábana y pocos a todo color) , autocrítica (todo es culpa de Internet) e inversión (recorte, recorte y más recorte) de los grandes, pequeños y medianos diarios en EEUU.
En comparación, los diarios británicos se han repensado y relanzado con agresividad y firmeza en los últimos años. Y no sólo son más bellos que antes sino que, por ejemplo, cada vez que compro The Guardian me cuesta trabajo soltarlo sin leerlo por completo. A pesar de la crítica de mis conocidos ingleses que dicen que es un diario demasiado liberal y que sirve sólo a la élite de los medios, a mi me parece simplemente "a great read", como se dice en inglés. Y el Daily Telegraph, una de las publicaciones más conservadoras de Inglaterra, acaba de inagurar una sala de redacción que no pudo haber salido sino de la imaginación de los creadores de Star Trek.
Ahora bien, no es del todo cierto que los periódicos estadounidenses no han hecho nada. The New York Times se ha gastado millones en iniciativas, como el repotenciar su Web e introducir más notas de estilo de vida bien reporteadas y escritas y que han tenido un enorme éxito con los lectores. El WSJ, por su parte, recién lanzó una versión de fin de semana y recortó su tamaño en un par de pulgadas. A principios de la década lanzó su sección Personal Journal, la que considero la iniciativa más exitosa de estas tres.
Pero, ¿han ido lo suficientemente lejos? No. Los diarios estadounidenses siguen dosificando el color como si fuera azafrán, le tienen terror a los nuevos formatos (cuando, sin duda, el berliner del Guardian es el formato más hermoso del mundo y al cual han emigrado decenas de diarios europeos) y, pero aún, le tienen terror a ser innovadores, diferentes, divertidos, entretenidos, directos, críticos, completos y modernos, entre otras cosas.
Así que, como lo he dicho otras veces en este blog, si no hacen nada o se quedan cortos, mejor que no se quejen de la ya muy sobada "crisis" de la industria.

jueves, 5 de abril de 2007

Juego de química

Usted quizá también tuvo uno en la infancia. En México, tener un juego de química era casi tan obligatorio como poseer un balón de futbol.
Hoy les presento dos versiones de ese juego aplicado al periodismo. La primera, BostonNOW, un nuevo periódico gratuito por lanzarse en esa ciudad, permitirá que los lectores sean testigos diarios de las reuniones editoriales, uno de los espacios más sagrados de los periodistas. Aun más, llevará la palabra interactividad en la solapa, al abrir el espacio del papel a los textos de los bloggers y, además, abrir las puertas física de la redacción a los escritores cibernaúticos para que visiten cuando quieran.
Un experimento menos osado pero quizá de mayor duración -- e impacto -- es el de la revista The Week, una compacta publicación que resume las noticias de la semana y que es editada por los mismos dueños británicos de Maxim, la revista para post-adolescentes. The Week publicará una edición extra sobre el medio ambiente, pero lo hará exclusivamente en línea sin vestigios en papel.
Hace poco leí en alguna parte que estos experimentos osados -- más el de BostonNOW que el de The Week -- tienen una gran cualidad: aunque su éxito es difícil e improbable -- por mera estadística -- dejan un legado interesante. Además, muchos de sus recursos, herramientas e innovaciones más interesantes son incoporados al poco tiempo a publicaciones más establecidas, lo cual beneficia a toda la industria.
Así que bien por estos juegos de química periodística. ¡Quién tuviera todos esos millones para jugar!

martes, 3 de abril de 2007

Tribune y compañía

Si usted está enterado de la reciente compra de Tribune Co., la empresa que edita Los Angeles Times y el Chicago Tribune, seguramente estará tan confundido como yo. Como parte de la operación se transferirán algunas acciones a los empleados. Y el cabecilla del grupo comprador, un magnate de los bienes raíces que se llama Samuel Zell, aportó sólo un 4% del dinero, poco más de 300 millones de dólares, para adquirir la empresa valuada en 8,200 millones. Ahora, si yo ya lo confundí más de lo que usted estaba, le sugiero que lea este análisis de David Carr en The New York Times, que no sólo explica la transacción sino echa luz sobre el complejo y deteriorado negocio de los medios impresos en EEUU.

lunes, 2 de abril de 2007

El músculo de las empresas

Ya lo he dicho antes: cubrir empresas no es tan fácil como parece. Están mucho mejor preparadas que nosotros y, como viven de su imagen, están dispuestas a hacer un esfuerzo extra por comunicar el mensaje que quieren. Lo vimos en el caso de HP hace unos meses, pero este memorandum interno de Microsoft es un extraordinario ejemplo. El memo fue enviado por error a un reportero de Wired que trabajaba en una nota sobre transparencia corportativa que incluía los esfuerzos de la gigante del software en esta área. El memo explica con detalle quién es el reportero, su "inclinación por buscar conflictos" y su trabajo anterior que incluye "una devastadora nota sobre Yahoo que daba en el clavo". Interesantísimo.